jueves, 16 de febrero de 2012

Anuncios por palabras

SE CAMBIA lenta decadencia por vistoso cataclismo.
Razón: Occidente.

BUSCO ilusiones perdidas. Son pequeñas (tamaño bolsillo, para poder llevarlas a todas partes) pero muy brillantes. Responden a los nombres de amor, justicia y esperanza. Suelen estar juntas. Se recompensará generosamente. También se aceptan sucedáneos y engaños verosímiles.

VENDO angustias nocturnas. Tienen bastante uso, pero con una capita de pintura, como nuevas. Se aceptará cualquier oferta razonable.

BUSCO seres mitológicos. Responden a los siguientes nombres: Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Érato, Polimnia, Urania, y Calíope. Hace mucho tiempo que no sé nada de su paradero, y me urge ponerme en contacto con ellas.

martes, 14 de febrero de 2012

Consulta médica

-De fiebre no sé cuántos tengo grados,
la voz se me apaga o se me traba,
mi vida me parece que se acaba,
me pinchan los instantes afilados.

Doctor, qué tengo. Búsqueme cuidados.
-¿Usted? Nada, y su mal quizá se agrava
si nada en las entrañas se le clava,
la vida se le escapa por los lados

y en la nada se va cayendo oscura
vertiendo por los poros su agonía
y su alma derramándola en cascada.

-Doctor, doctor, ¿no tiene acaso cura?
-Pastillas de estas tome dos al día.
-¿Y qué me harán, doctor? -No le harán nada.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Geografía

Si usted camina hacia Oriente muchas jornadas sin detenerse, si atraviesa las provincias orientales sin sucumbir a ninguno de sus encantos, a ninguna de sus trampas, ni a los misterios que encierran esas provincias, ni al espanto que encierran esos misterios, si cruza el desierto y, después del desierto, el horizonte, y llega más allá del Oriente, encontrará la ciudad soñada por los occidentales. Si viaja hacia Occidente durante muchos y largos días, sin detenerse a reposar en las provincias occidentales ni enredarse en el juego de máscaras que allí se practica, si hace caso omiso a los cantos de sirena y sortea hábilmente a las esfinges, y después atraviesa una gran cadena de montañas y la línea del horizonte, y llega más allá de Occidente, encontrará la ciudad soñada por los orientales. Así están dispuestos los sueños y las cosas en este reino. Usted, viajero, siga su camino. Tiene todas las posibilidades descritas, las insinuadas, las ni siquiera aludidas, e incluso puede hacer uso de dos puntos cardinales más aparte del Este y el Oeste. Nosotros no podremos seguirle, tenemos nuestra vida aquí, estamos ligados irremediablemente a este lugar situado entre Ultraoriente y Ultraoccidente. Sólo nuestros sueños pueden viajar más allá de esta estrecha región. ¡Siga su camino! Buen viaje... adios.

martes, 7 de febrero de 2012

Elogio al raro

Un día, los raros reinaremos sobre la tierra.


Ya lo dijo Jesucristo:
Bienaventurados los raros, porque ellos no serán normales.


Un día, todo se volverá muy raro para los normales. Las cosas se harán de otra manera. En realidad, las cosas se harán de cualquier manera.


Los normales acabarán odiando su normalidad, como algunos aún odian su rareza.


Los gobiernos de las naciones estarán compuestos por borrachos impenitentes, poetas con vicios inconfesables, santos y científicos chiflados. Las iglesias se dividirán y se oficiarán a la vista de todos liturgias mágicas o pavorosas.


Eso ocurrirá cualquier día. Mientras tanto, permanecemos agazapados en nuestras madrigueras alimentándonos de sueños, quimeras, bellotas y seres con demasiadas patas.

lunes, 6 de febrero de 2012

El niño tonto

No debían haberle dejado solo al niño tonto. Ustedes lo sabían, y no hicieron nada para prevenirlo. El niño tonto no comprende sus límites, y si le dejan solo, los límites no existen. No tenían que haberle dejado solo, y menos aún dejar que se enamorase. No estaban preparados, y lo saben. Nunca estuviero preparados para el amor profundo y delicado del niño tonto, un amor profundo de profunda tontuna que se les escapa de las manos y no dejará en pie ninguna de sus preciadas estructuras.

Ahora no hay nada que hacer. El niño tonto se ha enamorado, ha escapado a su control y se ha ido volando. Su amor enorme, su amor ilimitado y puro de niño tonto acabará con ustedes.

jueves, 2 de febrero de 2012

La conquista del Oeste



Caminaban por la mañana con el sol a sus espaldas. Por la tarde, iban hacia el sol. Por la noche, algunos hacían un alto en el camino para descansar, y otros seguían, guiados por las estrellas. Los caminos parecían ríos hechos de gente; las multitudes no paraban de fluir.

Habían oído que más allá era más temprano. Que esa hora perdida para siempre transcurría aún, al otro lado del horizonte. Que había lugares hacia el oeste donde esta hora cansada aún pertenecía a un futuro acaso lleno de esperanza. Caminaban y caminaban y gastaban sus horas persiguiendo las horas que se les iban escapando.

miércoles, 1 de febrero de 2012

El pájaro



Hace mucho tiempo que no miras al pájaro que un día se instaló en el tejado de tu casa. Sabes que está ahí, con su plumaje negro como el alma de Judas, mirándolo todo; mirándote a ti, según sales de casa, con esos ojos sin vida, esos ojos que sólo parecen reflejar imágenes pero que además las registran, quién sabe para qué. Sin necesidad de verle, sabes que sigue ahí suspendido sobre ti, sabes que si se hubiera ido notarías algo, lo echarías de menos de alguna manera.

Antes sí lo mirabas, cada mañana al salir de casa y cada noche al volver. Había días en los que se te antojaba que era como la amenaza de la muerte, otros en los que representaba el mal. Y el pájaro seguía ahí, mirando, silencioso, quieto. Negro como las sombras de tu alma, como el luto. Con sus ojos de máquina te miraba, y su pico parecía apuntar a tu frente.

Un día quisiste matarlo. No sabes qué habría pasado. Quizás habrías sido inmortal, o habrías muerto al instante, o quizá nada habría pasado, más que una mancha de sangre en tu tejado y unas cuantas plumas sueltas. Tampoco entonces lo sabías. No necesitabas saberlo. Sólo necesitabas una piedra para arrojársela, y encontraste la que tenía el tamaño y la forma adecuados. Cogiste la piedra, llegaste a tenerla en tu mano. Entonces, te volviste para lanzarla, y viste al pájaro. Sus ojos de máquina te miraban, su pico parecía apuntar a tu frente. Con ojos de máquina le mirabas, y apuntabas con la piedra. Entonces de pronto no podías arrojar el proyectil. No podías hacer nada sino mirar, sólo registrar imágenes, quién sabe para qué. Te salvó el ruido de algo vivo entre los matorrales. Sobresaltado, te volviste, a tiempo para ver una forma indistinta que huía. Seguiste tu camino.

Desde entonces, no te has atrevido a mirar al pájaro que un día se instaló en el tejado de tu casa. Aún así, una vez más quisiste matarlo. Aquella noche, buscaste la piedra, y ahí estaba, donde la habías dejado, negra como el alma de Judas. Fuiste a cogerla de nuevo, pero de pronto la mirabas con ojos de piedra, y no pudiste moverte. Sólo estar ahí, donde te habías dejado. Ya ni siquiera mirabas. Te salvó el cansancio. Volviste a ser tú a través de tus músculos, pero ya no volviste a mirar a la piedra. Sabes que está ahí, cada vez que sales de casa y cuando vuelves. No la miras, pero sabes que si no estuviera, si alguien o algo la hubiera movido, la echarías de menos de alguna forma.