jueves, 2 de enero de 2014

Entre coche y andén

- Bienvenido, caballero.
- Gracias. Disculpe…

- Hola de nuevo.
- ¿Otra vez usted? No tengo tiempo. Adiós.

- De nuevo por aquí, ¿eh?
- Sí, sí.. no me moleste, me voy.

- Oiga, no se canse… es inútil.
- ¡Tengo que irme, no insista!

- ¿Se da por vencido?
- ¡Maldita sea! ¿No hay manera?
- No la hay. ¿Ha seguido usted las indicaciones hacia “C/ Pez”?
- Claro, es lo primero que he hecho. Me he encontrado un corredor, luego unas escaleras, otro corredor, otras escaleras…
- …y ha vuelto aquí. ¿Y los letreros de “Línea 8”, los ha seguido también?
- ¡Pues sí! Más de lo mismo. Pasillos, escaleras… en un momento dado, un corredor a la derecha y otro a la izquierda… pero soy muy metódico: he seguido uno y luego otro. En ambos casos he llegado aquí.
- Y supongo que también habrá visto los carteles con el rótulo “Intercambiador”.
- ¡También los he seguido! Con el mismo resultado. Se me tiene que haber pasado algo por alto, porque creo haber recorrido todos los caminos posibles.
- No señor, no se le ha pasado nada por alto. Se lo puedo asegurar, llevo mucho tiempo en esta estación de metro, mucho más tiempo del necesario para garantizarle que conozco cada rincón de la misma.
- Entonces, ¿esto es todo?
- Así es, esto es todo. No es lo que se imaginaba, ¿verdad?
- Naturalmente que no.
- Es cierto, no es lo que se imagina nadie. En fin, ¡sígame!
- ¿Es seguro andar por las vías?
- Tenga cuidado para no tropezar con las traviesas, que son un poco revoltosas y no hay mucha luz en el túnel. Por lo demás, sí es seguro.
- De acuerdo. Lo que le decía, yo esperaba algo muy diferente a esto. ¡Me lo he imaginado tantas veces! A diario he escuchado ese terrible aviso…
- “Estación en curva. Tenga cuidado de no introducir el pie entre coche y andén”.
- ¡Nunca he podido escuchar esas palabras sin que un estremecimiento me recorriera todo el cuerpo! Siempre voy con mucho cuidado para no introducir el pie. Sin embargo, hoy no dijeron nada. Estaba estropeado el sistema de megafonía y no pudieron dar el aviso. Sólo eso explica cómo pude distraerme…
- …e introducir el pie entre coche y andén.
- Eso. Lo introduje. Hasta el fondo. Como es normal, fui arrastrado hacia abajo por la fuerza de la gravedad, sólo que justo en ese momento la realidad se dio la vuelta como un calcetín, y supongo que debajo dejó de ser abajo para ser arriba, de manera que entonces el pie que al otro lado caía, empezó a ascender y así salió expulsado del hueco de la vía para finalmente aterrizar, un tanto confusamente pero con firmeza, sobre el andén. Hasta ahí, más o menos lo esperado.
- Claro…
- ¿Sabe? Como todo el mundo, he especulado miles de veces sobre lo que podía haber entre coche y andén…
- …una realidad paralela…
- …en la que nada es lo que siempre ha sido, sino otra cosa completamente distinta. Donde arriba puede ser abajo y el Bien puede ser el Mal.
- ¡Y no es eso lo peor que uno puede imaginarse!
- No, efectivamente. Eso no dejaría de ser una sustitución relativamente sencilla de conceptos espaciales por conceptos espaciales, o conceptos morales por conceptos morales. Mucho peor sería una realidad paralela en la que, por ejemplo, arriba puede ser mojado, el Mal puede ser el color verde…
- …y la suma del cuadrado de los catetos puede ser un perro pekinés.
- Una realidad paralela caótica y terrible.
- ¡Algo digno de una gran ciudad como Madrid!
- Un infierno en condiciones.
- ¡Eso es! Pero lo que nunca pensó…
- ¡Maldita sea! ¡Es la misma estación!
- Así es. Antes le dije que había recorrido todos los caminos. No era del todo cierto: le faltaba uno. Ya los ha recorrido todos.
- Nunca pensé que entre coche y andén habría…
- …una realidad paralela tan pequeñita.
- Ni por asomo. En fin, espero que por lo menos podamos volver a nuestra realidad introduciendo, otra vez, el pie entre coche y andén.
- Me parece que no entiende. Acabamos de recorrer la red de metro completa. ¿Ha visto algún tren?
- No.
- Pues eso. ¿Cómo pretende introducir el pie entre coche y andén? El andén lo tenemos aquí, pero ¿y el coche?
- No hay.
- Eso es, y por lo tanto…
- ¡Estamos atrapados!
- Buena deducción.
- ¿Pero cómo es posible que haya una cosa tan cutre entre coche y andén? Francamente, es una decepción.
- Yo tengo una teoría.
- ¡Anda! No sabía que había teorías en este lugar.
- Sólo una, y porque la he pensado yo. Este sitio no da para mucho más.
- Claro, claro. Pues cuénteme su teoría, si es tan amable.
- Allá va. He llegado a la conclusión de que sí existió, hace años, ese infierno que todos hemos imaginado, con toda su confusión, su desesperación y su rechinar de dientes.
- ¿Y qué pasó, pues?
- Lo que pasó es que el Ayuntamiento de Madrid se endeudó hasta las cejas y empezaron a hacer recortes por todos los lados… al final, tuvieron que recortar incluso servicios básicos tan importantes como las realidades paralelas entre coche y andén.
- ¿Sabe qué? Tiene sentido esa teoría.
- Gracias. Por supuesto, también hay que tener en cuenta que el poco presupuesto que pudiera quedar para realidades paralelas lo han gastado las autoridades municipales construyendo castillos en el aire.
- Y que lo diga.
- Y eso nos deja a nosotros aquí, atrapados en una realidad recortada, limitadísima, increíblemente aburrida…
- ¡Para siempre!
- Para toda la eternidad o hasta que el Ayuntamiento salga de números rojos y se anime a ampliar esto.
- ¡Eso! O hasta que, en un futuro lejano, los trenes de metro tengan pies, para que así uno de los coches pueda introducir uno de sus pies entre coche (otro coche distinto, se entiende) y andén, y de esa manera aparezca en esta estación y podamos nosotros introducir a su vez nuestros pies entre este andén y ese hipotético coche un poco patoso del futuro y volvamos a la realidad de la que procedemos.
- Lo cual es casi tan improbable como que se arreglen las cuentas del Ayuntamiento.
- Me temo que sí…
- Paciencia.

2 comentarios:

  1. me parece que si se tratara de horrores, desesperacion, tortura y rechinar de dientes, el ayuntamiento de madriz nunca seria tan mezquino. vamos, que asi tuvieran que hacerlo ellos mismos trabajando pro-bono. todo el mundo sabe que esas son prioridades muy importantes para los politicos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si ya recortan en esas cosas que les gustan tanto, es que no hay esperanza.

      Eliminar