miércoles, 25 de febrero de 2015

ATENCIÓN: Dios oficialmente existe

Jaque mate, ateos... ¡es oficial!

Ha salido en el BOE:

"El primer bloque parte de los datos más evidentes: la constatación de la realidad de las cosas y los seres vivos, de modo especial el hombre. Se nos impone su existencia como dato evidente. En un segundo paso, si la persona no se queda en el primer impacto o simple constatación de su existencia, tiene que reconocer que las cosas, los animales y el ser humano no se dan el ser a sí mismos. Luego Otro los hace ser, los llama a la vida y se la mantiene. Por ello, la realidad en cuanto tal es signo de Dios, habla de Su existencia"

(Cachis, hasta ahora me había quedado en el primer impacto o simple constatación de mi existencia, qué fallo más bobo)

"La iniciativa creadora de Dios tiene una finalidad: establecer una relación de amistad con el hombre. Es decir, Dios ha creado al ser humano para que sea feliz en relación con Él"

(lalala)

"No obstante, el ser humano pretende apropiarse del don de Dios prescindiendo de Él. En esto consiste el pecado. Este rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz"

(De desagradecíos está el mundo lleno)


Estas perlitas y muchas más en: http://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2015-1849


¡AMÉN!

martes, 24 de febrero de 2015

Curiosidades y despropósitos de la historia: "Alemania debe perecer"

Quizá toda la historia humana esté plagada de despropósitos, pero si preguntáramos a alguien elegido al azar en la calle cuál es la época en la que más han abundado, no es del todo improbable que nos hablara del ascenso del fascismo, el nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Hoy, gracias a los inescrutables caminos de Internet, he descubierto un despropósito maravilloso: la historia de Theodore N. Kaufman y un panfleto perfectmente idiota, "Germany Must Perish!". Lo que sigue apenas es más que una traducción resumida del artículo de Wikipedia (en inglés) sobre el personaje.

Theodore Newman Kaufman fue un judío americano de origen alemán, nacido en Manhattan en 1910. Fue propietario de una agencia de publicidad, el negocio con el que se ganó la vida. También era dueño de una editorial, Argyle Press. Con esta segunda empresa no buscaba el lucro: la intención era publicar sus propias ideas políticas. Kaufman se oponía radicalmente a la intervención de EEUU en cualquier guerra europea. Fue fundador de la "American Federation of Peace": posiblemente también era su único miembro.

Su salto a la fama llegó en 1941, cuando publicó su panfleto más célebre, titulado "Alemania debe perecer". El título era fiel al contenido. Convencido de que el pueblo alemán era culpable de todas las guerras de gran envergadura que se habían producido en el planeta, su autor defendía que la única manera de alcanzar la paz duradera era borrar a Alemania del mapa. En efecto, la propuesta comenzaba con dicho borrado, literalmente: incluía un mapa con una partición de Alemania entre sus vecinos. Sin embargo, la cosa no podía quedar así. Kaufman no subestimaba la fuerza del nacionalismo alemán, que sin duda resurgiría si cabe con más fuerza tras el reparto. La "solución final" (tomando prestada la expresión de otro sitio: no me consta que Kaufman usara tales palabras, aunque sería una ironía extraordinaria) tenía que ser más audaz. Era necesaria la eliminación del pueblo aleman mediante su esterilización en masa. Por supuesto, todo tiene su justificación. Los alemanes, causantes de todas las guerras que habían asolado al mundo, eran una nación criminal. De la misma manera que los códigos penales se hacen cargo de los criminales llegando en casos extremos a la pena de muerte, un pueblo criminal debía ser castigado con contundencia. Visto así, la esterilización incluso tenía un aspecto humanista, pues evitaba la crudeza de la eliminación física directa de los individuos.

En su país natal, el libro de Kaufman y su descabellada propuesta pasaron sin pena ni gloria. Sin embargo, alcanzaron la fama en Alemania. Lo portentosamente idiota de esta historia tiene mucho que ver con lo predecible del resultado. Recordemos que Kaufman era, además de gilipollas, judío. Fueron las autoridades nazis, con Goebbles a la cabeza, quienes hicieron al libro de Kaufman una promoción que para sí la quisiera cualquier escritor. Elevaron la importancia del personaje de mindundi a reputada personalidad con influencia incluso sobre el presidente Roosevelt. En cuanto al panfleto, de excentricidad lo auparon a conspiración judaica mundial. Los nazis llegaron a justificar alguna de sus tropelías antisemitas (por ejemplo la expulsión de los judíos de Hanover en septiembre de 1941) con el libro de marras.

"Pocos americanos han oído hablar de su destacado compatriota Kaufman... En Alemania todos los niños le conocen desde hace tiempo", publicó la revista estadounidense The Nation en 1942."Ningún hombre ha hecho un perjuicio más irresponsable a la causa por la que su nación está luchando y sufriendo que Nathan (sic) Kaufman", escribió el periodista estadounidense Howard K. Smith. La revista Time comparó su libelo con la sátira "Una proposición modesta", de Swift... haciendo la salvedad de que la obra de Kaufman no era una sátira.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Theodore N. Kaufman se retiró de la vida pública y nunca más se volvió a saber de él.

jueves, 19 de febrero de 2015

Una pequeña precisión

Ante la más que merecida crítica que reciben ciertos partidos por el latrocinio generalizado que les caracteriza, algunos responsables políticos pertenecientes a dichas organizaciones se quejan amargamente de que se generalice. El argumento que usan tales responsables políticos es defender la honradez de la militancia. Y no dejan de tener razón. El PP tiene 865.000 afiliados y el PSOE 623.000. Es mucha gente y sería una temeridad acusarles a todos de ser corruptos.

Se puede responder que cuando se acusa a esos partidos de ser corruptos no suele dirigirse la acusación a la militancia en general sino a las estructuras de poder que justifican, amparan y protegen a los corruptos. En fin, a los que cortan el bacalao. Se puede también decir que aparte de justificar, amparar y proteger, las estructuras de poder en no pocos casos se sirven de esas prácticas corruptas. Manchándose las manos lo justito, claro, como cualquier capo. Vamos, que nos hablan de manzanas podridas cuando hay tramas evidentes. En fin, podríamos hablar de impunidad, de políticas clientelistas, de financiaciones sospechosas o, mismamente del cinismo de un dirigente político que se acuerda del militante de base (manda huevos) justo ahora... pero no podremos negar que es una barbaridad poner en tela de juicio la honradez de centenares de miles de personas. Las cosas como son.

Ahora bien, también hay veces que al defensor repentino del militante se le va la olla y defiende, con la misma energía y la misma indignación, no sólo la honradez sino la honestidad de la militancia. Y ahí ya la caga.

No señor, no son honestos sus militantes. Habrá alguno que lo sea, pero son los menos. Si sus militantes fueran honestos se borrarían de sus partidos o estarían día tras día luchando por cambiar unas cúpulas que no son ni honestas, ni honradas, ni presentables ni nada. No son honestos cuando hablas con ellos y siempre tienen excusas para los suyos, cuando usan dobles y triples varas de medir, cuando justifican lo injustificable, cuando repiten consignas que saben huecas, cuando retuercen los argumentos... No devaluemos el concepto de honestidad.

No somos honestos tampoco los militantes de organizaciones más honradas si pretendemos tapar nuestras vergüenzas con las vergüenzas mayores de otros. Vaya una mención especial para Podemos, un partido que se ha rodeado con preocupante rapidez de una "cla" de incondicionales acríticos. Y aún en los casos en que seamos razonablemente honestos, no debemos bajar la guardia jamás.

Tampoco son honestos los que nunca se pringan en nada y critican a los que sí se pringan, sin volver jamás su mirada ni su dedo acusador sobre sí mismos... como si sólo la actividad militante de los demás tuviera consecuencias, y no su inactividad. Pues sí tiene consecuencias, y entre otras el hecho de dejar la iniciativa a aquellos a los que critican.

Hay mucha gente honesta en muchos lugares, qué duda cabe... pero no nos ceguemos ante el hecho evidente de que en esta sociedad la deshonestidad campa a sus anchas. La mayoría somos honrados, claro que sí... pero no honestos. No es lo mismo.