lunes, 28 de septiembre de 2015

Los habitantes de la casa

Nota: este relato lo escribí hace unos años y lo tenía perdido y olvidado... hasta que por casualidad lo encontré en una página de Internet (Guallavito). Lo publico aquí para que podáis comprobar que lo de estar mal de la cabeza no es nuevo.

Informe remitido por el agente ---- el día 3 de marzo de 1985

El domingo no salieron; durante todo el día se movieron con pesadez y silencio por el calor de la casa, mal vestidos, tendiendo hacia los rincones frescos y semioscuros, donde marcaban su presencia con gruesos diarios de la mañana.

El domingo anterior tampoco habían salido, ni durante la semana que medió entre ambos días. Tampoco la semana anterior. En realidad, según los pocos datos que se conocen de esta confusa historia, la pareja llevaba más de diez años – y menos de veinte – encerrada.

La casa podría haber sido un mundo aparte sin contacto con el exterior, si no hubiera sido por los periódicos. Los moradores se alimentaban con las latas de conservas que estaban almacenadas en la despensa. El agua para beber, lavarse, etc. se la proporcionaba un río subterráneo que afloraba en el salón. Nada parecían necesitar más allá de la vivienda y los enseres contenidos en ella.

Sin embargo, cada mañana entraba un diario por una rendija de la puerta que daba a la calle. Jamás llegó ningún recibo a la casa; no se sabe quién solicitó la suscripción ni quién la pagaba. Misteriosamente, iban apareciendo los periódicos con puntualidad. Estos diarios constituían un elemento de suma importancia en la vida de los habitantes de la casa. Eran su único contacto con el exterior, contacto que incluía un flujo de entrada – a través de la rendija que ya he mencionado – y otro de salida – a través de las cañerías, cloacas, etc. Aparte de este vínculo, daban varios usos a los periódicos. En primer lugar, los leían para obtener información del mundo y asegurarse de que éste seguía existiendo más allá de su estrecho hábitat. Además, les proporcionaban una ocupación: confeccionar un álbum con las noticias – habitualmente, no más de una por edición – que ellos considerasen que tenían importancia. Como la selección se realizaba sin seguir ninguna pauta fija, esto les llevaba todo el día y les sumía durante horas en silenciosas reflexiones. Por último, una vez que habían recortado y guardado las noticias escogidas, usaban el resto del periódico como papel higiénico, con la ventaja que esto suponía: la satisfacción de mancillar los retratos de personas que se creían importantes.

Con estos elementos habían construido la rutina que ya duraba más de diez años, pero menos de veinte. Poco más sabemos de estos sujetos. No se ha podido constatar la edad de él, ni la de ella. Las pocas personas que dicen haberles visto difieren sustancialmente en la descripción de sus rasgos físicos.

Cabe también preguntarse la relación que había entre los dos. Al parecer, no hablaban mucho entre ellos. Hay quien afirma que no se dirigían la palabra en absoluto: esto es imposible de confirmar. Sí parece probable, según los testimonios, que, en sus idas y venidas por la casa, se cruzaban sin apenas fijarse en el otro. Sin embargo, parece que sentían el uno por el otro una especie de pasión discreta, si tal cosa es posible. Algo que se podría calificar de recóndito. Según las palabras de un vecino: “Un gran amor... al que no daban mayor importancia”. No consta que hubiera encuentros sexuales entre los dos. Si los hubo, cabe imaginarlos intensos pero silenciosos.

El domingo no salieron de la casa. El lunes, en algún momento de sus respectivas rutinas diarias, ambos tuvieron la sensación, por primera vez, de que llevaban haciendo lo mismo durante toda la vida. Estuvieron atareados todo el día seleccionando las noticias del periódico, deteniéndose sólo para comer y para atender a otras necesidades fisiológicas. Él revisó las secciones de nacional, deportes y necrológicas. Ella, el resto del periódico. Por la noche, sin consultarse, abrieron la puerta de la casa y salieron al exterior. Él se fue hacia el norte, ella hacia el sur. No se supo más de ellos, pero parece improbable que volvieran a encontrarse.

Los periódicos siguieron amontonándose durante varias semanas a la puerta de la casa.

Respuesta de los superiores de ---- al informe anterior, en la que se exponen ciertas dudas acerca del mismo:

Tras leer su comunicación del día 3 de marzo, nos gustaría que aclarase los siguientes puntos:

1. ¿Cómo es posible que un río subterráneo aflore en medio del salón de una casa sin afectar la estabilidad de la construcción?

2. Sus fuentes no pueden proporcionar datos básicos acerca de los moradores de la casa, tales como su edad o sus rasgos físicos. Cabría suponer, por lo tanto, que ni les conocían ni habían mantenido contacto con ellos. Sin embargo, usted afirma, sin dudas aparentes, que estas personas sentían satisfacción al ensuciar los retratos que aparecían en los diarios, que se amaban, y que cierto día ambos tuvieron la sensación de que “llevaban toda la vida haciendo lo mismo”. ¿Cómo pudo obtener información acerca de cuestiones tan íntimas?

3. ¿Cuál es la utilidad de este informe?

Respuesta del agente ---- a la comunicación de sus superiores en la que se exponían ciertas dudas relativas a su informe del día 3 de marzo:

Trataré de contestar a las preguntas que se me plantean en la medida de mis posibilidades. Espero que mis respuestas sean satisfactorias.
1. No me consta que el río no afectase a la estabilidad de la casa. Sólo puedo afirmar que ésta se mantuvo en pie durante más de diez años, sin necesidad de reparaciones. Nada más puedo aportar al respecto, pues desconozco la estructura y los materiales de la construcción.

2. Todas las afirmaciones que hago en el informe provienen directamente de mis fuentes: vecinos de la localidad en la que sucedieron los hechos. Todas las afirmaciones que ustedes ponen en duda, por otra parte, han sido confirmadas por varios informadores. Yo fui el primero en sorprenderme por la aparente contradicción: ¿cómo podían saber detalles tan subjetivos y desconocer los datos básicos? Ante esta pregunta, todos se sumían en un mutismo inquebrantable. Téngase en cuenta la naturaleza reservada de los habitantes de la población, de la cual los moradores de la casa en cuestión eran un buen ejemplo, si bien un caso extremo. Por otra parte, no lamento haber sido incapaz de dilucidar esta cuestión. Pude contar la historia, y hay cierta virtud en el misterio. De todas formas, aventuraré dos hipótesis: telepatía, imaginación poética.


3. Todo esto no tiene ninguna utilidad.

1 comentario:

  1. Puede haber aun una tercera hipótesis: tenían unas vecinas muy cotillas. o una cuarta: eran parientes de Gregorio samsa. Magnífica narración, muy opresiva. Me encanta

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